Beatriz y los cuerpos celestes (Lucía Etxebarría)

No intentes enterrar el dolor: se extenderá a través de la tierra, bajo tus pies; se filtrará en el agua que hayas de beber y te envenenará la sangre. Las heridas se cierran, pero siempre quedan cicatrices que volverán a molestar cuando cambie el tiempo, recordándote en la piel su existencia, y con ella, el golpe que las originó. Y el recuerdo del golpe, afectará a decisiones futuras, creará miedos inútiles y tristezas arrastradas, y tu crecerás como una criatura apagada y cobarde. ¿Para qué intentar huir y dejar atrás la ciudad donde caíste? ¿Por la vana esperanza de que en otro lugar, en un clima más benigno, ya no te dolerán las cicatrices y beberás un agua más limpia?
A tu alrededor se alzarán las mismas ruinas de tu vida, porque allá donde vayas llevaras a la ciudad contigo. No hay tierra nueva ni mar nuevo, la vida que has malogrado malograda queda en cualquier parte del mundo. Tengo veintidós años y hablo por boca de otros...

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