Último trabajo (esbozos)

El mundo se ve diferente asomándote al ventanal de tu despacho, en la última planta de un rascacielos del centro financiero de la ciudad mientras saboreas las mieles del éxito. Cuando todo el mundo se rinde a tus pies, cuando con un solo chasquido de dedos consigues caprichosamente todo aquello que pides, por absurdo que pueda llegar a ser, sientes con fuerza en tu torrente sanguíneo que eres el puto amo, que estás en la cima y que todo lo que se te antoje o desees hacer realidad, está a tu alcance. Y si, de modo adicional, el mueble bar de tu despacho nada tiene que envidiar a la carta de licores del Waldorf Astoria e
insospechadamente, alguien rellena de cocaína a diario el pequeño cofre dorado que reposa sobre tu mesa de despacho y el mismo que lo rellena es tu eficiente secretario que además de eficiente, te alivia de vez en cuando con un delicioso revolcón sobre tu elegante y mullido sofá de piel, ¿qué más puedes  pedirle ya a tu inmejorable existencia?. Te asomas al enorme ventanal que nutre de luz aquel magnifico espacio y miras al resto del mundo con una sensación de superioridad incomparable, sintiéndote un Cesar Romano.

Notas como tu adrenalina viaja por el torrente sanguíneo a una velocidad tal que que te provoca una erección constante. Y todo eso, joder, no nos engañemos, te pone cachondo cada puñetero minuto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario