Aun no eran las nueve de la noche pero la helada comenzaba a reflejarse en los cristales de los coches aparcados. Eso era todo el cambio que podía esperarse en el anochecer navideño de un polígono industrial. Al igual que para las putas de la zona, que metros más allá del coche de Saúl y ateridas de frío rodeaban un viejo bidón metálico donde habían encendido fuego para calentar sus fabulosos cuerpos. Una botella de cristal se hizo añicos contra el suelo y el sonido se expandió como eco de campanas en medio del frío industrial. A continuación, solo se escuchó la carcajada histérica y borracha de Saúl, contemplando como la botella de vodka que previamente había vaciado en su estómago, se resbalaba de entre sus manos, precipitándose contra el suelo, destrozándose en pedazos. En medio de la niebla y a la lejos, dos neones azules centellean bailarines en la obscuridad, haciéndole sonreír estúpidamente, imaginando que eran luces de navidad. El destello azul y alegre de aquel espectro luminoso se acercó hasta el lugar donde el frio trasero de Saul se encontraba apoyado sobre la acera helada. Justo el tiempo necesario para que su nebulosa alcohólica le permitiera reconocer que, aquellas preciosas luces azules de navidad eran en realidad, las sirenas luminosas de un vehículo policial.
Se abrieron lentamente ambas puertas delanteras y con igual lentitud, se apearon y acercaron dos policías hacia la gélida posición que Saul ocupaba. Le saludaron educadamente y uno de ellos, el que parece ser el jefe, le preguntó:
-Buenas noches señor, ¿se encuentra bien?-
- Pshhhh, he estado mejor…(contestó Saul con voz balbuceante y nasal)
-¿qué le ocurre?
Saul levantó lentamente la cabeza hasta que su vidriosa mirada se cruzó con la del agente que le preguntaba.
- Joder¡ ¿se lo dibujo?
- ¿qué hace sentado ahí?
Saul hizo un esfuerzo con las pocas energías que le quedaban y contestó:
- A ver,(señaló el vehículo junto al que permanecía sentado)- este carraco, es mío y yo, al parecer, estoy muuuuy borracho y entonces… (vomitada hacia el lado derecho y giro de cabeza de los agentes en un intento de permanecer ajenos al hecho).
- entonces,(continuó Saul), por responsabilidad he decidido aparcar y bajarme y seguir bebiendo, aquí, sentadito…
Se hizo un silencio de unos poco segundos entre los tres que en realidad parecieron una eternidad. Entonces Saúl prosiguió su relato:
Verá agente, conducir mi coche, tal y como voy, sería una temeridad, para los demás y para mi…. ¿Qué hubiera hecho usted?
¿este coche es tuyo… tu tienes un Ferrari? Le preguntó el uniformado
de “usted”, por favor… - le inquirió Saul al agente
De usted qué?
Que si el coche es de “usted”, no “tuyo”, ¿me entiende? (explicó Saul, acentuando la voz nasal y abotargada)
El agente miró a su compañero, como sin saber que decir o hacer mientras este levantaba los brazos y con indicaciones de su cabeza le invitaba a volver su atención sobre Saul , señalándole la recortada con la que a ambos apuntaba.
Y esas luces… esas luces azules son taaaan bonitas… me recuerdan a la navidad y me hacen olvidar que estoy solo… solo y muyyyyyy borracho…. ¡¡ me lo llevo ¡¡
Y mientras decía esto y se incorporaba de la acera y sin dejar de apuntar con la recortada a los dos agentes, se introdujo en el vehículo policial (que por cierto, permanecía arrancado) y una fugaz estela azul se difuminó en aquella fría noche, invernal y navideña, de una de tantas zona industriales de las afueras de la ciudad
Y hasta el día de hoy, nada más se supo se Saul ni de el vehículo policial, ni una sola pista, ni una sola huella. Solo hemos sabido que, su Ferrari, después de transcurrir el tiempo legal establecido para estos efectos, fue subastado.
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